Thursday, 28 September 2023

Atardeceres

Metanoia

“Y en esos momentos, la existencia se tornaba más intensa y se encontraba uno a sus anchas. (…) Bastaba con desplegar las propias velas –como hacían todos aquellos barcos que ahora se estaban poniendo en movimiento y empezaban a surcar la bahía–, con dejarse ir entre las cosas, más allá de las cosas. Nada estaba vacío, sino colmado, rebosante”. –Al faro, Virginia Woolf

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Si te permitieras sentir aquello que permanecía debajo de la superficie, entonces la confusión se desvanecería como el vapor que al exhalar se mezcla con el aire frío. La tarde caía y algunas maravillosas sutilezas se desplegaban en el cielo del patio. Un pájaro con su vientre amarillo sobrevoló la casa y se perdió entre las copas de los árboles; por el espacio entre las hojas se colaban los últimos destellos del crepúsculo, y un halo de paz iluminaba la escena. Dentro hallaste la certeza de que ese momento y ese tipo de sensaciones era lo que necesitabas; descubrir la belleza de la naturaleza era suficiente para que te decidieras a cambiar. Transformarte en aquello que siempre habías deseado ser. Sí, no era en la realidad como se veía en papel. 

Ya sea que estuvieras a miles de kilómetros, contemplando el profundo cielo de una noche de alguna gran ciudad del mundo, o bien encontrándote rodeada de los aromas característicos de tu barrio, quién decidirías ser estaba en vos. Tenías oportunidades para aprovechar, pero frecuentemente te escapabas, transportándote a mundos virtuales donde pretendías conectarte, aunque acababas alejándote a espacios remotos, y ni siquiera sabías qué hacías al perderte por aquellos laberintos. Intentar llegar a tu centro se volvía cada vez más complicado cuando corrías con urgencia hacia el pasado o hacia distracciones que te consolaban momentáneamente. 

¿Podrías creer en los hermosos recuerdos que guardabas en tu memoria y que estos te sirvieran para crear nuevos momentos felices? Lograr que tu mera presencia fuera un acto revolucionario, ser para quienes te rodearan una luz de alegría. ¿Cómo harías eso? ¿Debías pensar mucho? Quizás más que analizar, deberías actuar. Porque cruzando la frontera de los pensamientos, aparecía muy clara una verdad que hasta ese instante no te habías atrevido a escrutar. Como dijo Julio Cortázar, tal vez solo bastaba con tener el valor de estirar la mano en la oscuridad. 


-Valen🌼

El consuelo de la noche

 Cómo explicarse a uno mismo los sentimientos a veces sofocantes. Cada tanto la única y más completa manera de darle forma a lo que sentimos...