Se cierran puertas, se abren ventanas
Hola, internautas. Pasaba por acá a contarles algo súper mágico que descubrí.
"Como viandante que recorre la costa
maravillado de la muchedumbre del mar,
albriciado de luz y pródigo espacio,
o como quien escucha y torna a escuchar un acorde
cuya vehemencia le socava el alma deseosa,
yo fui espectador de tu hermosura
a lo largo de una sumisa jornada.
Nos despedimos al anochecer
cuando confiesan su abatimiento los campos
y en gradual soledad
al volver por la calle cuyos rostros aún te conocen,
se apesadumbró mi dicha, pensando
que de tan noble acopio de memorias
perdurarían escasamente una o dos
para ser decoro del alma
en la inmortalidad de su andanza". -Trofeo, Borges
Ser feliz, todo un dilema
Vestigios de sentimientos rotos, piezas que vuelven a armarse de una forma nunca antes vista. Me subo al auto, me pongo el cinturón y bajo la ventanilla; dejo que el viento de este viernes por la noche haga a mi pelo volar. Qué mágica que es esta vida, incesante. Leo Tolstoy, autor que espero leer pronto, dijo que si bien tristezas hay muchas, tantas como personas hay en el mundo, felicidad hay una sola.
Es discutible, sí. Supongamos que tristezas hay bastantes, en eso le doy la derecha al querido Leo; las razones por las que yo puedo estar triste no son las mismas que las tuyas. Pero felicidad… ¿una sola? Recapitulando, recuerdo que nuestro gran Cortázar planteó que la felicidad es de uno, mientras que la desgracia parece de todos. La misma idea, estructuras sustancialmente distintas. Ahora, no es mi intención dibujar un mundo con preciosos colores y agregarle brillitos, sí reconocer que la realidad tal y como la conocemos es cruel. Nuestra realidad juega en los vaivenes de la oscuridad y la luz, y viaja por cada uno de los matices circunstanciales y, estoy prácticamente segura, se regocija de su imparcialidad al manipular sentimientos. Sin embargo, nosotros eso ya lo sabemos.
Yo ya lo sabía. Fue entonces cuando descubrí mi secreto. Hay algunos golpes que no podremos evitar, aún así, hay más alegría de la que pensamos, como decía Cortázar también, está aquí, basta tener el valor de estirar la mano en la oscuridad. Encuentro la felicidad en cosas tan pequeñas, pero absolutamente capaces de llenar mis ojos de lágrimas. Y me gustaría compartirlo con ustedes. Me gustaría compartir ese poema del sabio Borges, que naturalmente puede estar escribiéndole a una mujer, pero también podría estar dedicando esos versos a la felicidad, al sentimiento en sí. Qué reducido que es nuestro tiempo acá; y qué forma maravillosa de aprovechar nuestros días es perfumarnos de alegrías cotidianas.
Por último, contarles que estuve intentando desplazar algunos pensamientos mágicos en conversaciones casuales; sin mucho éxito, lo hice, y terminé dándome cuenta de que apenas las palabras salían de mis labios, perdían todo potencial efecto. Así que creo que a partir de ahora deberé guardármelas para mí, y no compartirlas sino por aquí.
pd: Cómo adoro la literatura. Qué crucial refugio es para mí.
-V🌼
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