Romántica existencialista
"Las únicas cosas que pueden usarse en literatura son las que ha dejado uno de usar en la vida real". -El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde
Te quiero pero no sos mío. Me indignan tus maneras, tu forma de ver la vida, tu justificado desinterés por las cosas buenas que me pasan; pero asimismo, me desconcierta tu repentina atención hacia detalles míos que nadie hubiera notado, la sutileza con la que lográs colar en nuestras conversaciones recuerdos de un ayer borroso. Curiosamente, te siento en la inmensidad de la noche como una estrella guía, amparo de la bruma que rodea el muelle. Tu sola presencia me sofoca profundamente. Es una sensación física que me recorre el cuerpo; la distancia no hace más que intensificar el abatimiento que me provoca estar lejos tuyo.
Estoy en la cima, soy mía y soy feliz por momentos. Una vez más, decido renunciar al poder que tiene tu mirada de reducirme a la ordinariedad del común denominador de la gente. Celebro las cualidades que me hacen distinta, y rehúso la popular convicción de necesitar un hombre a mi lado para ser feliz. No dejo que el deseo de abrazarte me consuma, ni que la angustia que suscita la reprensión de una pasión juvenil, que pareciera resurgir en cada uno de nuestros encuentros ,acabe con todo lo que construí este último tiempo. Es particularmente difícil olvidarte en los momentos de soledad, pero ya no te pienso todo el día como antes.
Te quise en las más desesperadas tardes de abril, cuando el mundo se detuvo y nos sumimos en la incertidumbre de no saber quiénes éramos ni cómo seguiríamos, y en la eternidad del invierno, durante el avivamiento de fogosas memorias que repetidamente y, sin éxito, intentaba apagar. Aún así te fuiste y con vos te llevaste un pedacito de mí; destrozaste cualquier potencial consuelo porque eras vos el único príncipe, capaz de llegar a mi corazón, y por ende no había alivio alguno para tu falta. Ahora volvés. Me confundís.
Aunque escriba tan pasionalmente, y precisamente por eso, sabrá el lector entender la ausencia de razones circunspectas en esta explicación carecedora de recursos tangibles, es que el desamor en sí es intangible. Entonces notará mi desasosiego el lector cuando me pise, retroceda sobre mis pasos y diga que fuiste mi escudero, protegiéndome de todo aquello que no quería enfrentar sola. Pero ahora no necesito más ese escudero. Soy mi propia princesa guerrera, que dará todo por crecer libremente y sin tóxicos ideales. Soy fuerte para sostener este imperio, soy mía y eso me basta.
-V🌼
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