Dolor y, atrás del dolor, esperanza...
“Solía pensar que no podía dejarte ir, pero estoy aprendiendo a sentir que no te perdí, que estarás para mí más que nunca, y que la muerte no puede separarnos, aunque eso parezca”. —Mujercitas, Louisa May Alcott
Hoy, hace un mes, lo vi por última vez. No sabía que se iba a ir tan pronto. Más bien, sabía que era una posibilidad, pero no lo quería creer. Aún no lo quiero creer.
El último suspiro, la última vez que te vi a los ojos, la última palabra, la última despedida, el último cumpleaños, el último abrazo, la última vez que pronunciaste mi nombre y te dije el último “te quiero”, la última vez que reímos juntos. Último último último.
Y, así, el mundo de algunas personas se llenan de últimas veces cuando pierden a alguien querido. Las últimas veces son frías y melancólicas, tristes y dolorosas; pero también son especiales, porque nos dan sed de esperanza, de qué hay algo más esperándonos, de que hay Alguien que nos acompañará a partir de ese momento.
Te quise y te quiero por siempre.
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