Señales
Estos últimos días fueron de importancia vital para mí porque le pedí a Dios señales y me las dio. Fueron dos, muy marcadas y claras. En momentos así siento que todo está en su lugar y que las cosas están dispuestas de tal modo por una razón, que estoy completa y que la fuerza que me empuja cada día nace de mí misma y se renueva a cada momento.
La primera señal me enseñó el cierre de una etapa. Algo que venía esperando que terminara hacía mucho, pero que se extendía y no acababa nunca. Fue el fin de una relación, pero más que relación, una idealización que tenía sobre alguien y que me dolía mucho. Fue una tarea de meses de intentar olvidar y perdonar y lo logré; el broche de oro lo colocó Dios con la señal que me mandó, que me hizo entender que el dolor había terminado.
La segunda señal me brindó un reencuentro. Una confirmación de que alguien que tanto quiero está bien, esté donde esté, y que yo, siempre voy a estar acompañada por él, que él es mi fuerza, mi valor y mi determinación, que él es todo y más.
La certeza del éxito de los futuros sucesos permanece indudablemente inexacta, y los porcentajes de probabilidades para el día de mañana tampoco pueden divisarse desde el día de hoy. Pero hay algo seguro: la preparación del corazón es tan importante como la intelectual. Mientras corazón y mente se predispongan a dar lo mejor de sí mismos, nada puede fallar. Basta con oprimir los botones correctos en el momento justo y habrá confianza inundando el alma.
–V🌼 .
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