Prosa
Es la noche, que no me deja dormir, porque no puedo dejar de verla. Me sostiene en una nube de aire fresco; pero aunque sea invierno, es una noche cálida. Aunque mi alma en pena esté acongojada, ella me envuelve en su infinita libertad. Y eso es lo que siento. Me siento libre y plena; siento que vuelvo a respirar. Tan solo espiarla mientras está en su plenitud, asomarme y contemplarla, aunque su modestia y compostura traten de impedirlo, ella no entiende que su belleza es mi único consuelo frente a la vida. Que es todo. Que solo abriendo la ventana para dejar pasar su luz, recompone el aire que respiro y repara mi corazón con sus maternales manos. Noche, me volviste a salvar. Pero, noche, no te vayas sin antes prometerme que todo va a volver a estar bien.
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