Conozco una porción de cielo
“… ¿Por qué encerrar siempre la poesía en los libros y no llevarla al aire libre, a los jardines y a las calles?” –Los árboles mueren de pie, Alejandro Casona
En un balcón de Buenos Aires, la vida se extiende ante uno. Sale y entra gente de los bares, quienes no con largos tapados sí emponchados hasta el cuello; transeúntes que van y vienen, ignoran su papel inexpugnable en la historia del precioso barrio; mientras los árboles alzan magníficos sus brazos, siguiendo naturalmente el pegadizo ritmo que dulcifica los corazones de todos. Diría que en la ciudad a veces, sino siempre, la felicidad hay que crearla y recrearla una y otra vez.
Lo sé porque conozco una porción de cielo adornada con antiquísimos faroles, donde en abril la fría brisa congela hasta los huesos pero consuela el alma con un susurro familiar. He ido y he vuelto en busca de aquel reconfortante techo, surcando las calles más remotas solo para descubrirlo en el mismo lugar.
Acá, donde el tiempo se detiene, y las autopistas son transitadas por vehículos dispares, por los mismos vehículos de aquellos días, podría mi mente perderse en este vendaval que arrastra hojas color café, alejando dolorosos pensamientos, quedándome yo con la completitud reminiscente. Sí. Eso. No necesito más nada. Nada más que este balcón y su cielo.
–Valen🌼
No comments:
Post a Comment