'Un artista solo cuenta con las estrellas', como dijo Nietzsche

Perdida, en los rincones del bosque

"La verdadera realidad no es algo por venir, una meta, el último peldaño, el final de una evolución. No, es algo que ya está aquí, en nosotros. Se la siente, basta tener el valor de estirar la mano en la oscuridad". -Rayuela, Julio Cortázar

 

 Se decía que su corazón habitaba en los confines del bosque, aunque no era tarea sencilla precisar su ubicación. Hay quienes contaban que sus sueños colgaban de las copas de los árboles antiguos y que chispas de su particular magia caían ocasionalmente al suelo. Mientras él ansiaba descubrir lo que se hallaba más allá del espléndido pero monótono sitio de antaño, su dueña esperaba que alguien más la despertara de su ensoñación, con la espalda contra un árbol y un libro en mano. Lejos uno del otro, no había más compañía que ellos mismos en aquel paraje llamado hogar. No vislumbrar a nadie cerca de su hogar la exasperaba; sin embargo, cada tanto, un conocido murmullo llegaba hasta ella, con una claridad inconfundible. Aquella música le infundía una anhelada paz; se trataba de una señal del corazón suyo. La llamaba y expresaba que ya había transcurrido suficiente tiempo encerrado, que necesitaba respirar nuevos aires que lo hicieran revivir y encontrar razones que dieran sentido a todo el trabajo realizado y por realizar. Él manifestaba ser allá donde la brisa estival reconfortaba su espíritu, donde no existían ataduras que lo aprisionaran, ni problemas que lo apenaran. Y a pesar de que le costara aceptarlo, allá donde él era, ella era también. Porque comprendía que podía ser quien quisiera; pero que para poder ser, debían ser juntos. De ese poder ser, a su vez, se desdoblaba una libertad esencial; la libertad amiga de las emociones y compañera de los momentos de indecisión, que permitía la duda y el error; la libertad que da valor ante los desafíos porque otorga a quien la posee la tranquilidad de que lo más importante– o, al menos, parte de lo más importante– es el tesoro ya descubierto. La libertad que sugiere que la auténtica valía está en ser uno mismo, y en mejorar intentando una y otra vez, yendo sin prisa pero sin pausa. Así reflexionaba ella, mientras esperaba bajo el árbol, hasta que al fin se animó y resolvió seguir a su corazón, porque sabía que él nunca la traicionaría. 

-Valen🌼