Caminando
“(…) sólo necesita tiempo para cansarse. Caminando y caminando por el mundo se irá consolando de a poco y un día, cuando ya no pueda dar un paso más de fatiga, se dará cuenta de que no se puede escapar del dolor; hay que domesticarlo, para que no moleste”. –La isla bajo el mar, Isabel Allende
Levanté la vista, observé el paisaje y sentí un profundo regocijo. Había pasado un tiempo desde que me sentía tan libre. Aquí en verdad se estaba estupendo. Una ciudad con montes y casas en la cima y las laderas. De día el sol las iluminaba dándoles un toque majestuoso, y de noche sus luces se encendían y entonces desde la distancia parecían místicas. Luego en la ciudad propiamente dicha, edificios modernos se alzaban, algunos más antiguos. Y además el mar bañaba la costa, dibujando en el cielo una intensa bruma que cubría el horizonte. Oscurecía, y la imagen se iba apagando para teñirse de colores azulados. En la orilla descubriría un nuevo ritmo, que intentaría seguir: con cada ola, el mar expulsaba piedras y caracoles; al retroceder el agua, estos volvían a donde habían estado segundos antes. Así sucesivamente. Salían y volvían, aunque raramente se hallaban en el mismo lugar.
Respiré hondo y pensé que aquí nadie me conocía. Imaginé que se me presentaba una oportunidad de comenzar a ser miles de versiones distintas de mí misma; redescubrir quién era. Iría probando cuál disfraz me sentaba mejor hasta agotar las opciones y elegir el más cómodo, aunque finalmente acabaría despojándome de aquel para optar por la autenticidad. Por eso aquello no me convencía. Seguía preguntándome si habría algún camino más simple para acceder a mi verdad.
–Valen🌼
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