Espejos

 Un puente hacia el espejo

"Para ir sembrando versos 

             la noche es una tierra labrantía". - Obra poética, Jorge Luis Borges 

   Todo lo que veo son espejos. Algunos están empañados; otros, inundados; unos pocos, partidos con líneas simétricamente imperfectas, y por ese preciso detalle, perfectamente preciosos. Los espejos son deslumbrantes. Tienen una profundidad que invita a detenidamente observar. De la admiración, tal vez, conseguir ideas, ideas extrañas en apariencia, toda una maraña de conjeturas al principio, pero potentes teorías formuladas, en futuras instancias. Sí, los espejos son mi inspiración; en parte, gracias a ellos surge mi necesidad de contar, de tomar mi cuaderno y mi lápiz y trazar historias de las más lindas, y también de las más melancólicas existentes. 

   Sin embargo, es llamativa mi pronunciada inclinación a escribir textos que rondan lo melancólico; la tristeza me llama a nombrarla, a visibilizarla, porque cuanto más la guardo dentro, más ancho el vacío se vuelve, mucho más carcome el cuerpo. Soy un poco como la Maga, reconozco que es más fácil hablar de las cosas tristes que de las alegres porque la felicidad es solamente de uno y la desgracia parecería de todos. Analizo y descubro, entonces, o, mejor dicho, asumo descubrir que la única salida viable es la que recorre el barrio de la angustia y alcanza la esquina de la resiliencia. Pero, volviendo a los espejos, parecen el objeto -los objetos, valga la redundancia- que mejor representa la dualidad  de realidades, la coalición de mundos, el artificio decoroso que conjuga pasado y futuro en un mismo reflejo. Podría decirse que un juego de realidades está encerrado en su misteriosa manera de generar notorios contrastes entre imágenes y, al mismo tiempo, en la revelación de puentes intrínsecos que recorren esa creación de lazos análogos.

-V🌼