Feliz
Feliz fui el día en el que volví a creer. Feliz fui cuando encontré en las pequeñeces de la vida, las grandezas más magníficas. En ese tiempo, me maravilló haber descubierto la alegría que significaba sentarme en el patio de mi casa a tomar un mate. Hallé en un espacio reducido, las expresiones más sublimes de vida; sentí el sol rozándome la piel, cerré los ojos y escuché a los pájaros cantar. Me extrañé de que no se necesitara tanto para ser feliz. Seguí encontrando las respuestas desperdigadas en las tardes. A veces, acompañada de brisas leves de primeros días del otoño y otras, de lloviznas suaves que me empapaban la cara. La puerta de un mundo de luz se había abierto frente a mí, y lo mejor de todo era que no había tenido que viajar muy lejos para encontrarlo; solo asomarme un rato al patio de mi casa, y un abanico de posibilidades se desplegaría ante mí.
Luego recordé a mis frecuentes miedos; esas imaginaciones que solían colmar mis días (y que cada tanto siguen apareciendo). Me pregunté por qué habían aparecido y qué tendrían para enseñarme. Tantas veces me había hundido en la voracidad de mis ansiedades, que vislumbrar tan encantadora salida me llenó de fe. Esa fascinante tierra se me había revelado y supe que a partir de entonces debería elegir otra manera de sortear los desafíos.
Aunque resulte más fácil expresarse sobre la felicidad en tiempo pasado, en realidad, feliz fui entonces y feliz soy hoy, al redescubrir cada día esa magia especial que tan bien conozco.
–Valen🌼
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